lunes, 3 de mayo de 2010

Las rupturas


Habida cuenta que estamos en el mes de las flores he decidido hablar de las rupturas. Como imagino que alguno os habréis quedado un tanto confusos con la lógica que une el mes de las flores con las rupturas, os lo explicaré brevemente. Estaréis de acuerdo en que las flores tienen un cierto componente estético tendente a humanizar y alegrar nuestro entorno, y que en muchas ocasiones son utilizadas con fines sociales (cumpleaños, bodas, ascensos, competiciones...). ¿Quién no ha regalado flores alguna vez? De hecho, es una de las armas de seducción más utilizadas. Y vistas así las cosas, si utilizamos flores para seducir ¿por qué no utilizarlas para lo contrario? ¿No sería mucho mejor una ruptura con flores? En el caso de que tuviese que pasar por una ruptura preferiría mil veces que me regalasen unas flores a que me tirasen el contenedor de las mismas: el jarrón. Es más, en el caso en que me tuviesen que lanzar algo forzosamente, seguiría prefiriendo que me tirasen las flores antes que el jarrón, cuanto menos son más blandas y huelen mejor…
Una vez aclarada la dinámica que me ha llevado a relacionar las flores con las rupturas, pasaré a ahondar en el tema. Por regla general las rupturas pueden discurrir de dos maneras:
  • De mutuo acuerdo: son muy poco habituales por lo que no hablaré de ellas.
  • Por imposición de una de las partes: las que ocurren en el 99% de los casos.
Vamos a partir de una premisa, tomar la decisión de finalizar una relación es complejo, pero llevarla a la práctica es complicadísimo. Los motivos que nos han llevado a tomar la decisión parecen diluirse en ese momento y al final, lo que queda, es que nos convertimos en una especie de canalla sin escrúpulos… Yo sin duda, en estos casos prefiero el papel de “víctima” que el de “verdugo” y por suerte, tan solo he sido el “rompiente” en una ocasión y creedme, no me gustaría repetir por nada del mundo.
Imaginaos, uno llega a casa y le está esperando su pareja con una maleta. Así, de primeras, pasamos por unos segundos de conmoción en los que ingenuamente preguntamos: “¿Nos vamos de viaje?” “No, es que me marcho, lo nuestro se acabó. No aguantó a tu madre y no te aguanto a ti. Adiós”. Y plofff, se cierra la puerta. Tras el portazo podemos hacer dos cosas:
  • Pegar saltos, agitar los brazos de júbilo y descorchar una botella de cava que guardábamos en la nevera para ocasiones especiales… al fin se ha ido la pedorra esa. 
  • Ponernos a llorar como magdalenas y descorchar una botella de vino para olvidar nuestra enorme pena… ¿cómo ha podido hacerme algo así la pedorra esa?
Como veis, en ambos casos hay dos constantes: que era una pedorra (siempre es así) y que engullimos alcohol como bestias. Pero en ambos casos la cuestión ha sido fácil, llegábamos a casa después de trabajar y nos hemos encontrado con una situación que no estaba bajo nuestro control. ¿Qué nos queda? Nos queda asumir y acabar la botella con la esperanza de que aún nos quede otra más. Luego a la cama y mañana será otro día. Es genial, no hemos tenido que esforzarnos en lo más mínimo, no tenemos ninguna sensación de que somos lo peor de lo peor; todo lo contrario, el victimismo es descansado, lloramos, asumimos y a superar… ¡ya está! ¡Es fácil!
Ahora pensemos el caso contrario, llevamos mucho tiempo madurando que algo no va bien, que la cosa no funciona pero… Siempre hay un “pero” para postergar el momento y ¿por qué? Pues porque es difícil y porque siempre hay un buen motivo para retrasarlo que no nos resulta grato. Y así lo vamos rumiando un día y otro, y otro, y otro, y al final ¿a qué nos lleva esto? Fácil, a estarlo pasando mal durante un montón de tiempo. Y esto tampoco es sencillo porque mientras, nuestra pareja, parece seguir disfrutando de la relación como siempre. Y al final llega el momento de la verdad, hacemos la maleta y nos plantamos a esperar en la puerta. ¡Cuántas cosas se te pasan por la cabeza en esos momentos! Te replanteas todo de nuevo, te arrepientes, no te arrepientes… indecisión y angustia, y ¿por qué? Pues por lo que he apuntado al principio, romper es chungo, muy chungo. Y cuando al fin tenemos a nuestra pareja a punto de convertirse en "ex"  delante,se nos olvida todo lo que hemos preparado y nos toca improvisar. Estamos nerviosos, sudamos, se nos va la cabeza a mil cosas, el tiempo se detiene, los segundos se hacen eternos… y ya sabéis lo que sucede cuando improvisamos, que tristemente recurrimos a los mismos tópicos y a las mismas frases que ha venido utilizando la humanidad hasta la fecha, y eso es penoso, muy penoso. Y al final oímos un “plofff” al cerrar la puerta tras nosotros y ese "plofff" no significa únicamente que se ha cerrado una puerta, ese "plofff" implica que hemos "cerrado" todas las cosas que hasta ese momento habíamos compartido y eso nos hace sentirnos fatal... No es agradable hacer daño a quien queremos, o al menos a quien hemos querido mucho, a alguien que no se merecía pasar por esto… nos sentimos como gusanos abyectos. Y la cosa no se acaba con ese "plofff", la cosa dura mucho tiempo y lo único que deseamos es no volver a pasar por ello nunca más, que en la próxima representación nos toque el otro papel, el papel fácil, el de “dejado”…
Yo he tenido la enorme fortuna de que sólo he tenido que pasar una vez por eso y sinceramente, han pasado muchos años y aún me siento un poco canalla por ello…
Eso sí, como todas las cosas malas de la vida, al final la parte negativa se olvida y lo que nos queda es la parte buena, en este caso la divertida. ¿Y qué es lo divertido de esto? Las frases; las frases siempre es lo mejor. Es que no hay por dónde cogerlas de tópicas que son, de hecho algunas son de juzgado de guardia. Observad que perlas:

- No es por ti es por mí. Vamos, que cuando nos dejan nos están haciendo un favor de la leche. ¡Hay que tener cara…!
- Te mereces algo mejor. ¡Qué majos que son! Fíjate si es buena persona que nos está dejando para darnos la oportunidad de que seamos unos tipos felices… ¡Qué detalle!
- Lo mejor es dejarlo para no hacerte daño. ¡Joer! ¡¿Y qué te crees que me estás haciendo?! Es justamente que me dejes lo que me hace daño, monín…
- Yo te quiero, pero de otra manera. Pues ya me dirás, porque por la “siesta” del otro día no veo yo cuál es…
- Todo tiene un principio y un final. De las peores, resulta que además de un cretino sin sentimientos, encima es filósofo… Pues no, lo que es un tarado.
- Seguramente me equivoco pero es algo que debo hacer. ¡Vaya, me he debido perder algo! ¿Dónde pone eso de que debes hacerlo…?
- Creo que te conozco lo suficiente como para saber que no soy lo que buscas. Pues gracias por conocerme mejor que yo, mira qué tonto que soy que ni siquiera sé lo que quiero. Tantos años equivocado, mira tú…
- Seguro que te irá mucho mejor sin mí. Mira, esta sí que es verdad, a esta no le voy a poner pegas.
- Mejor que lo dejemos ahora que aún estamos a tiempo. Dentro de un año sería peor. Seguro que sí, porque el transporte y el alquiler seguro que han subido y ya sabéis que el tema de la inflación siempre va a peor. ¡Economistas…!
- Respira tranquilo, esto me duele más a mí que a ti. Esta consuela un montón porque claro, pobrecito, si lo debe estar pasando fatal. Típica de egocéntricos…
- Tú necesitas a alguien que te quiera de verdad. Eso sí, porque como de con otro que me quiera como tú, apañado voy…
- Tengo la sensación de que nos estamos alejando. ¡Ah! ¿Y para acercarnos cortas conmigo, verdad? Es que mira que es tonta esta frase, de verdad.
- Creo que no estoy preparado para llevar una relación. Pues ya lo podías haber pensado un poquito antes, que llevamos cinco años, tarado…
- Es que no tenemos la misma escala de valores. Debe ser así porque a mí, particularmente, a los mierdillas como tú no suelo valorarlos mucho…
- No quiero cerrar ninguna puerta, quizás en el futuro... ¡Joeerrrrrr! ¡Más morro no se puede tener! Quizás, cuando se harte de darse buena vida por ahí…
- Realmente me gustas mucho, pero estoy confundido. Mira, otro Dinio, otro a la que la noche le confunde…
- Hemos entrado en un círculo vicioso y necesito escapar. No, si escapar sí que lo estás haciendo, y en línea recta además…
- Será mejor que nos demos unos meses para respirar. ¡Pobre! Mira que estar sin respirar tanto tiempo. La réplica lógica a esto sería un ¿y por qué no nos vamos un fin de semana a la Sierra, que ya verás lo bien que se “respira” allí…?
- Nos hemos conocido en un periodo muy complicado de mi vida... Pues gracias a Dios, pensé que eras rarito porque sí…
- Ganaremos los dos. No me veo en el futuro contigo. Esta es genial porque nos hace sentirnos estupendamente… Sin más comentarios.
- La culpa no es de nadie, las cosas duran lo que duran. No, si eso es verdad. Pero este tío ¿de qué planeta se ha caído? Solo le falta decir que mañana volverá a salir de nuevo el sol… Pues cómprate unas Duracell.
- Una cosa está clara, no es culpa tuya, el problema soy yo. Pues pégate un tiro colega, a mí qué me cuentas…
- Ahora es diferente, ya no hay chispa entre nosotros. Y este tío, ¿qué es? ¿pirómano…?
- Necesito a alguien más maduro a mi lado. Corta con nosotros y encima nos insulta… ¡Menuda joya!
- Necesito vivir nuevas experiencias y conocer a otras personas. Vamos que lo que necesita es desfogarse y echar unos cuantos polvos por ahí, que nosotros somos unos mantas en la cama…
- Necesito un tiempo para reflexionar. Pues vaya, tómatelo antes de cortar y cuando cortes conmigo que al menos tenga la sensación de que lo has meditado un poco, tarado…
- Ya te avisé de que soy un espíritu libre. Lo mismo que la anterior, que nos quería de polvete y poco más… eso sí, el que avisa no es traidor, es avisador.
- Creo que nuestra relación ha caído en la monotonía, ya no es como al principio. ¿Y la gente así qué hace en la vida? ¿Ver películas de Walt Disney? Es increíble que aún haya gente que crea que las relaciones son como el cuento de La Cenicienta…
- Eres maravilloso, sensible, simpático, gracioso, tienes conversación... pero necesito algo más en mi vida. Lo que digo siempre: de taraditos está el mundo lleno…
- No he estado con ningún chico mejor que tú, pero no eres lo que yo quiero. Pues nada, suerte, que seguro que lo tienes fácil, porque con la cantidad de capullos que hay por doquier no creo que tengas dificultad alguna en encontrar algo peor…
- El sexo no es lo más importante. Bueno, al menos nos queda el pundonor de que éramos bastante mejor que él en la cama…
- Seguro que dentro de unos meses me estaré tirando de los pelos, pero creo que lo mejor es dejarlo. Pero, ¿de qué pelos? Si ya estás casi calvo…
- Lo siento mucho, pero somos muy diferentes. Sí, monín, ahí está la gracia, ¿todavía no te habías dado cuenta? Yo soy una mujer, tú eres un hombre…
- Siempre podremos seguir compartiendo las mismas cosas. Después de esta frasecita lo suyo es pedir que nos explique qué cosas son esas… ¿el coche? ¿el piso? ¿el ordenador? ¿los yogures…?
- Ahora creo que es hora de que empiece a pensar un poco en mí. Perdona, me he perdido. ¿Y no es eso lo que has estado haciendo durante toda tu vida…?
- No estoy preparado para algo serio. Pues lo podías haber pensado un poco antes y me lo podías haber dicho cuando te regalé el iPod, tío morro…
- Eres demasiado perfecto, no te encuentro ningún fallo, y eso me asusta. Jajajajajajajaja, es buenísima, sospecha que somos un cyborg, jajajajajajaja.
- Las personas cambiamos... ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡De qué? ¿de pareja…?
- Necesito un cambio en mi vida. Pues cómprate una cabra, mira George Clooney que se compró un gorrino...
- Las cosas están yendo demasiado deprisa... Pu - es - lo - si -en – to. ¿Lo he dicho lo suficientemente despacio…? Pobre, teníamos que habérselo explicado con dibujitos que siempre se entiende mejor.
- Es que eres demasiado bueno conmigo. Pues nada, suéltale un par de leches y tírale del pelo, a ver si siendo malos cambia de opinión…
- No podemos seguir engañándonos de esta manera. ¡Ah! ¿Pero nos engañábamos? No lo sabía...y encima nos llaman mentiroso.
- Sé que ahora te duele, pero en el futuro me lo agradecerás. Falta por añadir, mándame unas flores si eso…
- Lo nuestro está en punto muerto. Y claro, la culpa debe ser nuestra… Además, ¿qué es? ¿profesor de autoescuela?
- Yo no sé querer por dos personas. ¿Einhhh…?
- Sabes que lo nuestro es imposible. Claro, yo me llamo Romeo, tú te llamas Julieta…
- Somos dos polos opuestos, lo nuestro no nos lleva a ninguna parte. ¿Pero no habíamos quedado que polos opuestos se atraen…?
- Creo que es hora de que nuestros caminos se separen. Sí, ya veo, es justamente lo que estás haciendo…
- No te preocupes, siempre podremos seguir siendo amigos. Esta la he empleado yo, lo juro. Pero era verdad, la intención era lo que contaba…
- La verdad, siempre te vi como una amiga. Dan ganas de decir, perdona bonito pero ¿tú te cepillas a todas tus amigas…?
- Lo estás dando todo en esta relación, y no es justo contigo. Sí, es lo que se suele hacer en las relaciones, darlo todo. ¡Menudo tarado…!
- Mejor dejemos las cosas así. ¿Cómo? ¿rotas…?
- No te pude llegar a amar como yo quería. ¡Pobrecito! ¡Cuánto lo siento! ¡Perdóname, seguro que es culpa mía, como soy tan tonta…!
- Me vienes muy grande. Y encima nos llama gorda, increíble…
- Tengo miedo. ¡Pues cómprate una linterna, como todo el mundo…!
- Somos muy jóvenes para comprometernos. Vamos, que es un inmaduro total, casi que abrimos ya el cava…
- Me he dado cuenta que siento atracción por las personas de mi mismo sexo. ¡Joeerrr! Esta sí que es fuerte! Casi que ni la comento.
- ¿Hacemos un brake este verano? Así se pone ciego en la playita, ¿no...?
- Me gustan depiladas. Aquí sí, aquí la culpa es nuestra, la verdad…
Y así podría seguir hasta el infinito y más allá, y es que en esto, como en otras tantas cosas, está ya casi todo inventado; de hecho acabo de acordarme de una muy buena: “es que yo ya no silbo…”
En fin, no penséis que estoy rompiendo con vosotros, solo me despido hasta la semana que viene.

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