Lo que más o menos viene a decir la famosa frase de Séneca es que todos podemos equivocarnos, es admisible, está en la propia naturaleza humana, pero lo que resulta inadmisible y lamentable es no aprender del error, y volver a “tropezar” de nuevo con la misma piedra, lo cual me parece aún más humano, si cabe. Y es que, salvo honrosas excepciones, la verdad es que no escarmentamos, parece que nos empecinamos en caer una y otra vez en los mismos errores, lo que nos convierte en auténticos “masocas” del error.
Hay alguien por ahí que muy acertadamente comentó que no quería renunciar al delicioso placer de poder equivocarse y ¿qué queréis que os diga? Comulgo totalmente con esa opinión porque dicha aseveración lleva implícita la libertad de poder elegir lo que consideremos más adecuado (es bastante peor cuando dicha posibilidad no existe, ya sabéis, eso de “son lentejas…”). Además, creo que equivocarse es la única capacidad que está al alcance de absolutamente todos los seres vivos de este planeta y lo que es aún mejor, todos la practicamos en mayor o menor medida, destacando de manera especial el género humano masculino (me pregunto por qué en general el sexo masculino tiende a equivocarse más que le femenino...). Si de verdad existiese un “dogma universal” de obligado cumplimiento, sería el de la “Santa Equivocación”, se cumple siempre, sin excepción y sin que culturas, credos, religiones o creencias influyan lo más mínimo. Decidme, ¿hay alguna otra cosa tan universal?
Bien, llegados a este punto estamos de acuerdo en que todos nos equivocamos. Vale, ya está el rarito de todos los blogs dando la nota, lo mejor es ignorarle, hacedme caso… Bueno, a lo que íbamos, estábamos en que todos nos equivocamos, algunos más que otros, pero es justamente ese continuo errar lo que nos ha llevado a aprender, evolucionar y llegar a donde hemos llegado; claro, que viendo el punto en el que nos encontramos (crisis mundial, conflictos bélicos, terrorismo, pandemias, hambrunas, calentamiento del planeta, agotamiento de recursos, etcétera) me pregunto si realmente no hubiese sido mucho mejor que hubiésemos aprendido algo menos… Es más, si a fuerza de equivocarnos es como hemos llegado a ser lo que somos, imaginaos a lo que habríamos podido llegar si no nos hubiésemos equivocado tanto, jajajajaja.
Es prodigiosa mi capacidad para divagar e ir por derroteros totalmente distintos de los pretendidos. En estos casos lo que suelo hacer es pararme, tomarme un respiro y volver a retomar el tema de la mejor manera posible.
Ahora llegamos al tema de la distintas equivocaciones, que se clasifican en dos tipos bien diferenciados:
- Equivocación o error: Juicio falso que como todo juicio, es resultado de la reflexión.
- Cagada: Acción que resulta de una torpeza.
La diferencia entre una y otra es que la equivocación suele ser fruto de un mal criterio o de una causalidad desafortunada, mientras que la cagada suele ser fruto de una falta de meditación total o de una mala noche. Así, si tomamos esta división y la conjugamos con los dos finales posibles que ofrece el desarrollo de los acontecimientos, bien o mal, obtenemos estas cuatro posibilidades:
- Si meditas las cosas y aciertas, eres un as.
- Si meditas las cosas y te equivocas, tu criterio no era el adecuado o te jugó una mala pasada el destino.
- Si no meditas las cosas y te sale bien, tienes un suerte que te cagas.
- Si no meditas las cosas y te sale mal, la has cagado hasta el fondo.
Y ese es más o menos todo el quid de la cuestión, utilizar nuestro criterio y si aun así las cosas generalmente se tuercen, habrá que ir pensando cambiar de criterio, ya sabéis en cambiacriterios.com igual encontráis algún saldo :)
Ahora me pondré en plan “pollito Calimero” y soltaré eso de “es una injusticia, ¿verdad, amiguitos…?" porque no es justo que ante errores iguales, para unos tenga unas consecuencias enormes y otros se vayan de rositas… Lo único bueno que tiene el hecho de estar en la parte de los que han pagado caros los errores, es que la sensación de estar en paz con la sociedad es bastante placentera, jajajajaja.
De cualquier manera, en alguna ocasión habría sido estupendo haber tenido un poco más de cabeza y un poco menos de corazón, aunque eso sí, no habría aprendido tanto…
Y poco más puedo añadir, salvo recomendaros que por favor, os equivoquéis con cabeza y si la equivocación es grande, siempre quedarán las flores.
Un abrazo muy fuerte y hasta la semana que viene.
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