martes, 18 de octubre de 2011

Las dichosas ITV

Bien, después de unas largas vacaciones bloggeras, aquí estamos de nuevo, estrenando nueva temporada y nuevo look. Para esta nueva temporada a la que hoy doy comienzo, he pensado introducir algunos cambios que ahora os comento.
El cambio más importante, además del estético que ya habéis podido observar, consistirá en la periodicidad de las entradas en el blog. Ya no se producirán cada catorce días como venía siendo habitual hasta ahora, ahora dependerán algo más de la disponibilidad de tiempo que tenga, lo que hará que las entradas se produzcan de manera más azarosa. Así, es posible que pueda darse el caso que una semana tenga dos entradas y que luego no se produzca otra hasta tres semanas más tarde. Sé que a priori esto pueda parecer un paso atrás, pero creedme, ha habido fechas en el pasado en las que me he visto muy agobiado para publicar una entrada en la fecha acordada. De cualquier manera, cada entrada del blog será anunciada de manera inmediata en Facebook, tal como venía siendo costumbre.
A cambio, me he propuesto sacar adelante un pequeño curso de fotografía digital, que espero os sirva para sacar mejores fotografías, al menos desde el punto de vista técnico. Trataré que sea sencillo y procuraré evitar tecnicismos, centrándome de manera especial en señalar las diferencias existentes respecto a la fotografía analógica, de manera que no cometamos los errores que nos llevaría tratar a la fotografía digital como si fuese analógica. En definitiva, que se trata de sacar el mejor partido a nuestras cámaras digitales.
Una vez comentado esto, vayamos al tema del blog de hoy: las dichosas ITV. No voy a negarlo, siempre he tenido una profunda antipatía por la dichosa revisión; es más, solo por el hecho de tener que ir, tiendo a ponerme de una mala leche considerable, aunque por lo que he podido observar debe ser algo bastante más común de lo que me creía.




Como soy perro viejo y escarmentado, llamé unos días antes para pedir cita previa. Aún recuerdo una ocasión en la que me tiré cuatro horas y media para pasar la ITV, lo que quizás sea uno de los motivos por el que ir allí no me hace muy feliz. ¿Qué le vamos a hacer? A otros no les gusta ir al dentista o al ginecólogo...
El día en cuestión ya empezó a torcerse desde bien temprano, en forma de caldera desagradecida. Aunque es cierto que ya en alguna otra ocasión la caldera perdió presión y no funcionaba, también lo es que nunca lo había hecho en mitad de una ducha. Me la jugó pero bien y es que estaba en lo mejor de la ducha, disfrutando de un buen chorro de agua bien caliente cuando de repente, sin aviso previo ni declaración de guerra alguna por su parte, empezó a salir el agua más fría que podáis imaginaros. Fue tal la impresión que no pude reaccionar, me quedé totalmente paralizado y lo único que acerté a hacer, fue lanzar un alarido descomunal que seguro sirvió para despertar a más de un vecino. No pude ni cerrar el grifo, lo único que recuerdo es que me lancé fuera de la bañera, tropezando y golpeándome con todo aquello que se interpuso en mi camino, tal era mi ansia por apartarme de aquél chorro inmisericorde, que puse todo perdido de agua y jabón.
Tras arreglar el estropicio y aún con el frío metido en los huesos, decidí darme un homenaje alimentario y hacerme mi desayuno favorito: un buen café calentito y humeante con un par de buenas rebanadas de pan con mantequilla y mermelada. No servirían para hacerme olvidar el mal rato pasado, pero al menos serviría para sacudirme el frío y reconfortarme el espíritu.
Cosas que pasan, el destino volvió a jugarme una mala pasada y quiso que, mientras terminaba de adecentar el cuarto de baño, me olvidase totalmente del pan que había puesto en la tostadora. Resultado: una ligera intoxicación por humo y un par de rebanadas de pan totalmente carbonizadas. Intenté rasparlas un poco y devolverlas a la vida, pero fue inútil, no me quedó otra que certificar su defunción a las 07:15 horas de la mañana. Así las cosas, hubo que recurrir al plan B y conformarme con mis habituales galletas mojadas en un rico, humeante y oloroso café recién hecho, eso sí, caliente. Siempre he odiado mojar galletas en leche caliente, se convierten en una masa blanda y sin textura, puagggg...


Afortunadamente ya no sucedieron más percances domésticos porque de haber seguido así, no quiero ni pensar la que podría haber armado anudándome los zapatos o poniéndome el reloj. Y cómo entre pitos y flautas llevaba ya casi media hora sin que me sucediese nada y claro, eso no podía ser, volvimos a caer de lleno en las incidencias y sucedió que la moto no arrancó. Y lo malo no era que no arrancase, lo malo es que no hacía intención alguna de hacerlo, lo que sirvió para que empezase a hacer lo que solemos hacer los hombres en estos casos: empecé a hablar pacientemente con la moto. Venga, no puedes hacerme esto a mí, que ya sabes que eres mi ojito derecho y que pensaba llevarte a lavar hoy mismo... En fin, que además de jodona, me salió sorda. Ni caso que me hizo, así que no me quedó otra que empezar a empujar. Empujé, empujé y cuando ya no podía casi ni con mi alma, seguí empujando, pero nada, no había nada que hacer, aquello estaba bien muerto. Jadeante, agotado y empapado como un pollo, decidí darme cinco minutos, quitarme casi la totalidad de lo que llevaba encima y descansar cinco minutos antes de empezar a darme cabezazos contra la pared.
Ya más sereno, volví a la carga y al fin tuve suerte y al cuarto intento (ya no daba para muchos más), la moto gruñó perezosamente y al fin arrancó. Abrí el estárter a tope y salí escopetado hacia la ITV, mientras en mi cabeza resonaba con fuerza una frase: "por Dios, que no se me cale".
Con veinte minutos de retraso llegué al fin a la ITV, me encomendé a toda la corte celestial de angelitos y apagué el motor al tiempo que me intentaba auto convencer con un "no te preocupes, si seguro que ya habrá cargado la batería".
Me dirigí a recepción de vehículos, entregué la Ficha Técnica y el permiso de Circulación, y justo cuando me encontraba buscando la cartera para poder pagar, me espetó la chica de la recepción:
-¿La moto es tuya?
-Sí, es mía -le contesté-. ¿Hay algún problema?
-Pues sí. Sucede que la Ficha Técnica, en la parte en la que dobla, ha perdido un dato y así puede pasar la ITV.
-Genial. ¿Y qué hago entonces...? ¿No puedo pasar la ITV?
-No te preocupes, nosotros podemos tramitarte una Ficha desde aquí, lo único que tendrás que abonarla y que tardará un ratito.
Siempre cuando alguien dice "un ratito" me echo a temblar; es que no falla, si te dicen eso es que la cosa va a demorarse "un ratazo".
-Pues nada, no parece haber muchas opciones. Adelante.
Tuve suerte, "el ratito" solo demoró tres cuartos de hora y no me quejo, que podía haber sido peor. Pensad que en ese tiempo la chica tuvo que introducir mi número de DNI en un ordenador y hacer dos fotocopias, una de la Ficha Técnica y otra del DNI, imaginaros si hubiese tenido que meter más datos o hacer más fotocopias... A ver si recuerdo nominarles para el Guinness, la chica no se merece menos.
Tras pagar, recogí la fotocopia de la Ficha Técnica y me dirigí a la cola de las motos que estaban esperando pasar la revisión. Cinco delante, no estaba mal; por cierto, que no sé muy bien para qué sirve lo de pedir cita, te chupas la misma cola que si no la pidieses. Menos mal que la espera fue amenizada por una chica joven que estuvo a punto de meter por dos veces consecutivas el coche en el foso (otro record para Guinness, aquí el tío hacía el agosto). Lástima no haberme dado cuenta antes, de haber estado más espabilado lo habría filmado en vídeo y ahora podríais echaros unas risas con el mismo. No solo era la situación en sí, es que resultaba divertidísimo observar a esa mujer conducir, qué gracia con el manejo del volante que tenía la tía, todas las maniobras las hacía al revés. Un crack la tía. Al final el hombre que la atendía, que sí que se le veía avispado (no como el que me tocó en suerte a mí), evitó con un grito de "tate quieta coño ya, ¿es que no ves que te vas a meter en el foooooooso?" (es textual, lo juro), lo que hubiese sido una pequeña tragedia. Más o menos pudo pasar algo como el vídeo que tenéis a continuación, pero en mucho más despacio.




Y volviendo a lo mío, al fin, una hora más tarde llegó el momento de la verdad: me tocaba. Introduje la llave en el contacto al tiempo que me encomendaba a San Tadeo, como no arranques yo me meo, pero ocurrió lo que tanto me temía: Tadeo no intercedió y la moto no arrancó. Pero es que mucho peor que por la mañana, apretaba el interruptor de arranque y por no hacer, no hacía ni intento. La nada más absoluta.
Levanté la vista y le sonreí al muchacho con una de esas sonrisas de "no pasa nada, está traviesilla la jodía pero esto lo arreglo yo enseguida". Volví a girar la llave, pulsé de nuevo el interruptor de arranque y nada, Tadeo seguía sin aparecer. Una vez más, decidí aparentar seguridad absoluta y volví a hacer un gesto al muchacho de la ITV, trasladándole un "jajajaja, que jodía la moto, no pasa nada, si McGiver y yo prácticamente nos criamos juntos". El resultado en esta ocasión fue algo diferente; anteriormente no ocurrió nada y ahora no ocurrió nada de nada. No quedaba otra más que empujar, así que como persona experimentada que era, me despojé de todo aquello que podía ser prescindible para tan noble tarea y me dispuse de nuevo a hacer un poco de ejercicio.
Lo cierto es que la gente que esperaba su turno, debió disfrutar lo que no está escrito. pocas veces han debido coincidir dos elementos tan peculiares en una ITV, la meteenfoso y el empujaburras. Al menos a mí no me gritó el de la ITV algo del estilo "tate quieto coño ya, ¿no ves que así no vas a arrancar la moto?"
A los cinco minutos de ir ITV para arriba, ITV para abajo, dos chicos se ofrecieron a ayudarme, pero como siempre he ido un poco de sobradillo y aún me quedaba algo de fuerza, decliné amablemente su ofrecimiento con un "no creo que sea necesario, ya está a punto casi". Otra frase que vista así, tiene su miga, la verdad.
Como quiera que la moto continuaba sin hacer amago alguno de arrancar y que los chicos no eran rencorosos, cuando me vieron a punto de ponerme a llorar de impotencia, empapado en sudor y totalmente exhausto, vinieron a empujarme. Aquello era otra cosa, estaban fuertes los jodíos, qué manera de empujar; si con aquello no arrancaba, no arrancaba con nada. Efectivamente, así fue, no arrancó con nada porque la moto no hizo ni la más mínima intención de hacerlo, era igual que si intentase arrancar un despertador.
Así las cosas, con el ánimo por los suelos y la desesperanza por las nubes, decidí echar la moto a un lado y llamar al seguro, a ver qué solución tenía el entuerto. Antes de llamar fui a dar las gracias a los dos hombres que me habían ayudado tan generosamente y de vuelta a la moto, Tadeo al fin escuchó y contestó a mis plegarias susurrándome un: "¿No tendrás mal puesto el contacto?"
Pues sí, así era, el contacto no estaba en la posición correcta, de manera que podría haber estado intentándolo durante años con el mismo resultado: nada de nada de nada. Fue poner la llave en la posición correcta y el motor rugió potente y salvaje, si estaba deseando el tío. Nunca olvidaré la expresión incrédula de los dos chicos que me habían ayudado, sus caras eran un poema. Ante tan incómoda situación solo me quedó obsequiarles con mi mejor sonrisa, levantar el pulgar en señal de victoria y gritarles un "¡qué cosas! ¿Verdad?"
Ya os adelanté antes, que el destino aún no se había divertido lo bastante a mi costa, así que me dio una palmadita en la espalda y me dijo: "ahí tienes, chavalote, te tocó el especial de la ITV, disfrútalo".
Para no alargar mucho el blog, lo resumiré diciendo que estuve casi otra hora pasando la ITV, con eso os digo todo. Lo comprobaba todo, lo que me parece que está muy bien; lo que no estaba bien es que lo comprobase no menos de diez veces, si lo único que le faltó fue despiezarme la moto... Y llegó la comprobación de los neumáticos, algo sencillo para una persona normal, pero no para un obseso sexual compulsivo con fijación fetichista por los neumáticos. Me hubiese gustado que algún incrédulo hubiese estado allí conmigo; os prometo que los comprobó no menos de veinte veces... Venía, los miraba, anotaba las referencias de los mismos, se iba al ordenador, volvía de nuevo, volvía a mirar los neumáticos, volvía a anotar las referencias y volvía a irse al ordenador. Así una y otra vez, en un bucle que me temía sería infinito, iba a envejecer y a morir en aquella ITV, no había escapatoria posible.
No entendía nada, los neumáticos eran nuevos, los había cambiado hacía muy poco y las referencias se leían a la perfección; no entendía qué es lo que podía mirar una y otra vez, pero fuera lo que fuese, parecía complacido con ello...
Media hora más tarde, cuando pareció superar el fetichismo por los neumáticos, se afanó en buscar "algo" en la moto. A los diez minutos y fruto ya de la impaciencia al ver que el "algo" no aparecía, le comenté que si podía ayudarle en algo, que me esperaban al día siguiente para comer y que no me gustaría llegar tarde. ´Como no pareció tener sentido del humor, cabía en lo posible que fuese de Valladolid, le pregunté sin bromas sobre qué buscaba con tanto afán, a lo que me contestó que la moto debería tener una chapita en la que se especificaba los decibelios que producía del motor. Tuvo que resultar divertido vernos a los dos buscando la chapita; de hecho, se nos acercó una persona y nos preguntó que si habíamos perdido una lentilla. El muchacho de la ITV le miró con desdén y continuó a lo suyo, por lo que no me quedó otro que contestarlo yo, comentándolo que no, que buscábamos una chapita secreta que los de Yamaha decidieron esconder en algún lugar inaccesible de la moto. El caso es que aquella búsqueda dio sus frutos y descubrí un mundo de piezas y recodos que nunca pensé que tenía la moto. Conseguí encontrar además tres o cuatro chapitas diminutas, pero no tuve suerte, no era ninguna de ellas.
-La chapa que estamos buscando debería ser más grande.
-¿No será la chapa enorme que está en la horquilla?"-le contesté, al tiempo que señalaba una chapa gigante a la que solo le faltaban luces de neón para hacerla más visible.
-¡Ah, sí, esa es! Jejejejejejeje.
Ahora sí parecía tener humor el jodío, mira tú. No se rió con ninguna de mis bromas y ahora le hacía gracia no haber visto antes la chapa de neón. Era el colmo, el tío era tonto y encima lo celebraba, hay que fastidiarse.
El caso es que sirvió de poco, porque a los cinco minutos, tras volver del ordenador me comenta:
-¿Dónde tiene el cuentarrevoluciones esta moto?
-No tiene.
-¡Ah, pues espera que avise a un compañero porque sin cuentarrevoluciones no sé cómo puedo hacer entonces la revisión del sonido?
-Pues no te sé decir, pero lo cierto es que esta no es la primera ITV que pasa. -Ahora sí me estaba empezando a cabrear de verdad. Y no me quejo, que al final tuve suerte y a los quince minutos apareció el supuesto compañero al que había traspasado mi expediente, y lo mejor fue que llegó, me firmó la hoja de la inspección y se marchó. Ni prueba de sonido ni leches, lo que os dije, me tocó el espabilado.
Casi una hora y cuarto en pasar una inspección que en otras ocasiones había pasado en cinco minutos de reloj. Y el remate fue que me tocó esperar otros tres cuartos de hora para que me imprimiesen la nueva Ficha Técnica, lo cual resulta congruente habida cuenta de lo que tardaron anteriormente en hacer dos tristes fotocopias.
En fin, que lo de la ITV es una lotería y ya lo dijo el ilustre Quevedo, nada es verdad ni mentira, depende del color del cristal con que se mira... y de la persona que mira, añadiría yo, porque como os toque el mismo que me tocó a mi, apañados vais, compañeros.
Nos vemos en breve con la primera parte del curso de fotografía.

martes, 21 de junio de 2011

Esto es to-to-todo, amigos...

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Para consuelo de unos y escarnio de otros, ya está aquí de nuevo el verano. ¿Qué puedo decir ante tal evento? Pues la verdad que poco, si acaso un “que Dios nos pille confesados”. Y es que el verano es una época en la que todos nos ponemos de acuerdo para hacer las mismas cosas y lo que es peor, en muchos casos a la vez. Una de esas cosas que nos gusta hacer juntos, son las tristemente famosas "operaciones salida". Qué obsesión tenemos por formar esas largas y bellas caravanas, pese a las advertencias de nuestra bien amada DGT, que insiste machaconamente en que las hagamos escalonadas. No sé, nunca he entendido muy bien cómo quieren que las hagamos escalonadamente, quizás sería interesante que alguien nos explicase cómo se hace eso y lo que es más importante, cómo nos llamamos todos y acordamos las horas a las que habríamos de salir cada uno...


Otra cosa que nos encanta es irnos todos a la misma playa y lo que es aún peor, a la misma hora.


Y claro, si en la playa hemos estado todos juntos, ¿por qué no habríamos de ir a comer todos juntos también? ¡Halaaaaaa! Todos juntos en la cola del chiringuito...


Y una vez que estamos acostumbrados a las multitudes, es el momento de ir a sudar a alguna de las discos de moda.


Yo, dado que no puedo sustraerme a tan típicas costumbres, iré con la satisfacción y alegría que me caracterizan cada vez que voy a la playa: por voluntad que no sea...


Aunque no hay mal que por bien no venga, luego vendrá mi revancha y me iré a la montaña; eso sí, bien equipado...


Y me aventuraré rumbo a algunos de los múltiples rinconcitos escondidos con que la montaña nos obsequia de cuando en cuando; uno de esos bucólicos y solitarios lugares en los que la quietud y el silencio embriagan los sentidos...


Cambiando de tercio, el otro día me hicieron llegar un vídeo que no tiene desperdicio. Se trata de los fallos garrafales que se dan en el juego FIFA 11, os garantizo unas risas.


Y ya que estamos con vídeos, mirad este otro que no tiene desperdicio.


Y de esta qué me decís, no tenía otro momento el dichoso reno...


Será cierto eso de que el alcohol abotarga los sentidos...


¿Quién no tiene un descapotable hoy en día...?


Qué cosa curiosa que cuando empiezas a hacer deporte, sea del tipo que sea, no puedes evitar fijarte en lo musculada que está la gente.


Por cierto, fijaros en el color verde de las zapatillas.


Creo que ya nunca más volveré a mirar al payaso Ronald con los mismos ojos...


Y si esta no os arranca una sonrisa, hacéroslo mirar, por favor.


¡Vaya un trabajo perro! Sí señor...


Yo también quiero una de estas, por favor...


Está electrificado el tío...


Pues sí que...


Ojito con los deportes de riesgo...


Y hablando de trabajos chungos...


No parece que haya peces por aquí...


Y otra de trabajos chungos...


Me gustas, güevita mía.


El caso es que me recuerda a alguien pero no termino de caer...


Y ya solo me queda comentaros que durante julio y agosto el blog se cierra por vacaciones. Pasadlo bien, disfrutad del calorcito y recordad: no olvidéis mineralizaros y vitaminaros... Nos vemos en septiembre.


Esto es to-to-todo, amigos...

lunes, 6 de junio de 2011

Saben aquel que diu...

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Dado que hoy estoy un tanto apático y que toca publicar blog, he decidido que para celebrar la llegada de la época estival, si es que en algún momento se decide a aposentarse del todo, voy a dedicar el blog a arrancaros una sonrisa y para ese menester no hay nada mejor que echar mano de aquél socorrido "saben aquel que diu..." Así que con un par de chistes y un par de fotos divertidas, espero solventar, mal que bien, la entrada del blog de hoy.

Saben aquel que va un conejito corriendo por la jungla cuando se encuentra una jirafa que se está liando un porro, se para y le pregunta:
-¿Qué haces, jirafa?
-Pues estoy liándome un porro, ¿quieres?
-No, gracias, eso no es nada sano. ¿Por qué no te vienes a correr conmigo? Ya verás lo bien que te encuentras.
La jirafa se lo piensa un rato y al final se anima y, se pone a correr con el conejito. Al cabo de un rato encuentran a un elefante que está a punto de esnifarse una raya.
-No hagas eso, elefante, que es malísimo. Anda, deja de esnifar coca y vente con nosotros a correr, verás que es mucho más divertido.
El elefante tras pensárselo unos segundos, deja el espejo a un lado y se pone a correr junto a ellos. A los diez minutos se encuentran a un león que está a punto de inyectarse una dosis de heroína. El conejito se abalanza sobre el león y sujetándole una de sus patas, le grita:
-León, por favor, no hagas eso, que es malísimo. ¿No sabes que la heroína mata? Anda, deja eso y ponte a correr con nosotros, verás que es mucho más sano y gratificante.
Apenas había terminado la frase cuando el león le da un zarpazo monumental y lo lanza contra un árbol, quedando el conejo inmóvil en un charco de sangre. El elefante, con ojos horrorizados, se dirige al león y le dice:
-¿Pero qué has hecho, león, no ves que el conejito solo quería ayudarte? ¿Cómo has podido hacerle eso...?
-¿Ayudarme...? -responde el león.- Puto conejo de mierda, ¡¡estoy hasta las narices de que cada vez que se mete un tripi nos haga correr a todos como gilipollas!!

Esta misma mañana he podido leer en el periódico que IKEA ha anunciado que en breve, empezará a comercializar vehículos en todos sus centros. ¡Qué Dios nos coja confesados!


Eso sí, el artículo indicaba que todos los kits adjuntarán todas las herramientas necesarias para su correcto ensamblaje.


Ayer acompañé a mi chica de compras y al final el que piqué fui yo, me compré una camiseta la mar de chula; decidme si os gusta.


Se ha presentado el Estatut Madrileño:


Espero que no tengáis que ver nunca una imagen similar a la que os muestro a continuación, da muy mal rollo.


Para que luego digan que no se venden las verduras frescas.


Cada vez se pasan más con las capacidades de los teléfonos móviles.


Y ahora un chiste gráfico.


 
Saben aquel que diu un tío llega a casa borracho y le dice a su mujer:
-¡María, ya está aquí Paco!
Y su mujer, bastante cabreada, le responde:
-¿Y de dónde viene Paco?
A lo que le responde el marido:
-Pues de dónde va a venir, ¡de Francisco!


Por cierto, aquí tenéis la prueba irrefutable del avance del calentamiento global:


Y hablando de calentamiento global, cuidado con los piercing...


Y si tenéis perro, por favor, prestad atención en los sitios en que jugáis con él.


Y cuidado con los deportes de riesgo, especialmente en lugares conflictivos.


Saben aquel que diu que son tres hombres llegan  simultáneamente a las puertas del cielo. San Pedro sale y les  dice:
-Tenemos malas noticias para dos de ustedes; se nos cayó el sistema en el área de admisiones y sólo puedo dejar entrar a uno de los tres esta semana. Los otros dos tendrán que esperar en el  infierno unos días mientras reparamos el fallo, lamentablemente no puedo hacer otra cosa. -San Pedro continúa explicando- La persona que cuente la mejor  historia sobre cómo murió, será la que pueda entrar hoy en el cielo, los otros dos habrán de esperar.
Los tres hombres asintieron. San  Pedro los hace pasar de uno en uno a su oficina para que los otros no escuchen y puedan mejorar su historia.  El primer hombre pasó y  empezó a relatar:
-Presentía que mi mujer me estaba engañando, así que esa tarde llegué temprano... Subí los 25 pisos del edificio por  la escalera para no hacer ruido con el ascensor..., abrí la puerta de mi  apartamento y allí estaba ella, la muy puta, tendida en el suelo y ¡desnuda! Sabía que la había pillado. Corrí por todo  el apartamento en busca del amante; arriba, abajo, debajo de la cama, en  todos los armarios... ¡Nada! Estaba a punto de pedirle disculpas por ser tan mal pensado, y mientras ella me decía  que siempre hacia gimnasia desnuda, oí unos ruidos en la ventana... ¡¡¡Scratch, scratch, scratch...!!! Abrí la ventana y allí estaba el hijo de puta, colgando de la cornisa. Agarré mi bate de béisbol y le di duro en la cabeza. Vi cómo caía, pero tuvo suerte el infeliz y aterrizó en un montón de bolsas de basura. ¡Se estaba  moviendo! Desesperado porque se me escapaba, cargué el mueble bar hasta la ventana; con gran esfuerzo lo puse en la cornisa, pero al  empujarlo se me enganchó la camisa, y me vi arrastrado junto al mueble bar. Es cierto que me maté, ¡pero estoy feliz porque me cargué al mamón del amante!
San Pedro no podía imaginarse historia más increíble, cuando hizo pasar al segundo hombre.
-Bueno, yo soy un  limpiador de ventanas. Estaba haciendo tranquilamente mi trabajo en un piso alto, cuando una de las cuerdas se rompió repentinamente. Me agarré de la plataforma, pero se me fueron resbalando las manos hasta que no pude más y me precipité al vacío. Levanté las manos pensando en mi muerte y esperando que Dios me recogiera, cuando la fortuna quiso que consiguiese asirme de una de las cornisas del edificio. ¡¡¡Estaba salvado!!! Empecé a rascar en la ventana con la intención de que alguien me oyese y me ayudase, cuando repentinamente un cabrón la abrió y en lugar de ayudarme ¡¡¡me pegó un tremendo golpe con un bate de béisbol!!! Caí al vacío otra vez, maldiciendo a esa mala persona, cuando mi ángel de la guarda me permitió seguir viviendo, poniendo un montón de bolsas de basura justo bajo mi caída. Cuando conseguí abrir los ojos para agradecer a Dios tanta fortuna, ¡un mueble bar estaba cayendo encima de mí! Y gritaba con terribles alaridos. Comprendí que Dios me  quería a su lado. Sin duda era mi destino y así encontré la  muerte.
San Pedro estaba estupefacto. Hizo pasar al último  hombre y le dice:
-Hijo, más vale que tengas una muy buena  historia, porque las dos anteriores...... ¡¡realmente son increíbles!!
El hombre le miró y comenzó...
-Bien, seré  breve, estaba en pelotas escondido en un mueble bar cuando...

A los usuarios de windows, comentarles: cuidadito con este error, me salió hace poco y he tenido que reinstalar de nuevo el sistema.


Saben aquel que un alcalde le diu al secretario:
- Escolti Albert, ponga en el informe que la junta será el viernes.
-Perdone, señor Alcalde, ¿cómo se pone viernes? ¿Con b o con v?
-Pues... póngalo para el lunes.

Saben aquel que diu que dos vascos salín de un examen de matemáticas y le pregunta uno al otro:
-Oye, Patxi, ¿a ti que te dio el resultado del segundo?
-Infinito. -le contesta el otro.
-¿¿Solo...??

Y ahora una de humor negro:


Y si aún no he sido capaz de arrancaros una sonrisa, creo que no hay nada que hacer, salvo volver a intentarlo en dos semanas. Intentad ser felices. Nos vemos.

lunes, 23 de mayo de 2011

Bravo, muchachos

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Hacía ya mucho tiempo que no seguía una noticia con tanta ilusión; se trata del Movimiento 15-M que ha tenido lugar en la práctica totalidad de las grandes ciudades españolas.
Lástima que lo que surgió como un "estamos hasta los mismísimos de esta manera de hacer política" y queremos reivindicar una "democracia real ya", al final se haya desdibujado y haya servido, para quién más y quien menos, lo utilizase de manera partidista y ventajista. No entiendo por qué siempre que de manera espontánea surge una manifestación, sea del tipo que sea, cultural, social, reivindicativa, etc., se devalúe politizándola o etiquetándola de "antisistema", el comodín que es cómo el Mister Proper, sirve para todo. Resulta ya cansina la afición que hay por calificar de antisistema, con las connotaciones peyorativas que conlleva, todo aquello que no coincide con el pensamiento oficial; o lo que es lo mismo, con el pensamiento que, para ellos, deberíamos observar todos. Es decir, si no estás con nosotros, estás contra nosotros; o eres blanco, o eres negro, no hay matices ni grises. De esta manera son siempre los antisistema los responsables de todos los disturbios y actos contrarios al buen funcionamiento de la sociedad, los que siempre protestan por la construcción de un silo nuclear en Puchurundia de los Reyes, los que siempre piden la dimisión del enésimo político implicado en un escándalo de corrupción, los que siempre se manifiestan en contra de los recortes sociales y salariales, o los que siempre claman al cielo esperando una respuesta o cuanto menos, una señal... Clamé al cielo y no me oyó, y pues sus puertas me cierra, de mis pasos en la Tierra, responda el cielo y no yo.


Pues no, señores, mostrar opiniones contrarias a las opiniones del poder, no es patrimonio exclusivo de los antisistema, y es que resulta, por mucho que le pese a muchos, hay ciudadanos capaces de pensar y de forjarse opiniones por ellos mismos, que serán más acertadas o no, pero que en todo caso pueden ser distintas y no ceñirse a ser blancas o negras, en una sociedad plural debe haber lugar para todo tipo de matices, para todo tipo de creencias. Así que, por favor, no insistáis, al menos en esta ocasión, que ha sido el mismo pequeño grupo de antisistema de siempre, los que han alzado su voz. los que se han organizado para clamar al cielo..., han sido ciudadanos "normales" los que por primera vez han decidido unir sus voces para decir: "¡¡Basta!! Esto ya no nos vale; cambiémoslo".
La democracia ha de servir al pueblo, a los ciudadanos, a los electores, porque es de ellos de donde surge la titularidad del poder, por lo que es rigurosamente necesario que la toma de decisiones responda a la voluntad colectiva general. De esa manera, si entendemos que el poder emana del pueblo y que es éste el que elige a sus representantes, éstos tienen el deber moral de legislar y gobernar para aquellos que les han elegido, para el pueblo, que es el legítimo propietario de ese poder. Visto así las cosas y haciendo un análisis imparcial y objetivo, ¿pensáis realmente que las cosas funcionan así...?
Es cierto que los acontecimientos son hadas caprichosas y cambiantes, y que mejores y peores momentos, eso es incuestionable; pero también es cierto que las cosas siempre pueden mejorarse, lo único necesario para hacerlo es tener voluntad de hacerlo. Comentando esto, me viene a la mente una frase que repetía mucho un antiguo jefe, que decía que a la vida había que aplicar siempre la teoría de las Tres Bes: voluntad, valor y huevos.
Por lo que yo veo, desde hace ya bastantes legislaturas, hay poca voluntad de mejorar las "cosas del pueblo" en beneficio de una mayor voluntad por arreglar las "cosas propias". No voy a enumerar los acontecimientos que ya conocemos todos (que por desgracia representan un mínimo porcentaje de lo que no conocemos), pero me parece inadmisible que haya políticos que sigan presentándose a nuevas elecciones cuando están bajo investigación judicial por cuestiones tan graves como cohecho, apropiación de bienes públicos, nepotismo, corrupción, etc. En fin, no quiero ir por ese camino y perder la ilusión y la emoción que me causa lo que está pasando; estoy feliz y al menos por unos días, quiero seguir estándolo, seguir paladeando este maravilloso momento que me ha tocado vivir y desde aquí, desde este humilde blog, ser una voz más y reivindicar cuestiones que de puro sentido común, no sería necesario que se reivindicasen, ya que nuestros representantes, los representantes que hemos elegido, deberían haberse aplicado a legislar ya hace unas cuantas legislaturas, pero claro, eso sería pedir peras al olmo...

Algunas de las propuestas a las que me suscribo sin objeción alguna son: 
  • Control estricto del absentismo de los cargos electos en sus respectivos puestos. Sanciones específicas por dejación de funciones.
  • Supresión de los privilegios en el pago de impuestos, los años de cotización y el monto de las pensiones. Equiparación del salario de los representantes electos al salario medio español más las dietas necesarias indispensables para el ejercicio de sus funciones.
  • Eliminación de la inmunidad asociada al cargo. Imprescriptibilidad de los delitos de corrupción.
  • Publicación obligatoria del patrimonio de todos los cargos públicos.
  • Reducción de los cargos de libre designación.
  • Bonificaciones para aquellas empresas con menos de un 10% de contratación temporal.
  • Seguridad en el empleo: imposibilidad de despidos colectivos o por causas objetivas en las grandes empresas mientras haya beneficios, fiscalización a las grandes empresas para asegurar que no cubren con trabajadores temporales empleos que podrían ser fijos
  • Supresión de gastos inútiles en las Administraciones Públicas y establecimiento de un control independiente de presupuestos y gastos.
  • Contratación de personal sanitario hasta acabar con las listas de espera.
  • Prohibición de cualquier tipo de rescate o inyección de capital a entidades bancarias.
  • Elevación de los impuestos a la banca de manera directamente proporcional al gasto social ocasionado por la crisis generada por su mala gestión.
  • Devolución a las arcas públicas por parte de los bancos de todo capital público aportado.
  • Prohibición de inversión de bancos españoles en paraísos fiscales.
  • Regulación de sanciones a los movimientos especulativos y a la mala praxis bancaria.
  • Aumento del tipo impositivo a las grandes fortunas y entidades bancarias.
  • Recuperación del Impuesto sobre el Patrimonio.
  • Control real y efectivo del fraude fiscal y de la fuga de capitales a paraísos fiscales.
  • Promoción a nivel internacional de la adopción de una tasa a las transacciones internacionales (tasa Tobin).
  • Referéndums obligatorios y vinculantes para las cuestiones de gran calado que modifican las condiciones de vida de los ciudadanos.
  • Referéndums obligatorios para toda introducción de medidas dictadas desde la Unión Europea.
  • Modificación de la Ley Electoral para garantizar un sistema auténticamente representativo y proporcional que no discrimine a ninguna fuerza política ni voluntad social, donde el voto en blanco y el voto nulo también tengan su representación en el legislativo.
  • Independencia del Poder Judicial: reforma de la figura del Ministerio Fiscal para garantizar su independencia, no al nombramiento de miembros del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial por parte del Poder Ejecutivo.
  • Establecimiento de mecanismos efectivos que garanticen la democracia interna en los partidos políticos.
Como guinda a esta ilusión, querría acercaros un vídeo que me hicieron llegar y que a mi particularmente, me ha gustado bastante. Espero que lo disfrutéis.


Y poco más puedo añadir salvo que habrá algún día en el que podré decir a mis sobrinos que yo estuve allí, en la Puerta del Sol, en aquel mayo de 2.011. Y por último no quisiera perder la oportunidad de trasladar a todos esos ciudadanos capaces de pensar en grises:"bravo, muchachos, gracias por estar ahí y por permitirme seguir soñando que un mundo mejor aún es posible..." Nos vemos en dos semanas.

martes, 10 de mayo de 2011

Mi sufrido hermano

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Después de dos semanas de duras e intensas negociaciones con mi rodilla, damnificada del último maratón, al final me he visto en la penosa obligación de tener que claudicar y plegarme a sus exigencias mediante la firma de un Tratado de No Agresión, que básicamente consiste en que yo no la "importuno" a ella y ella no me "importuna" a mí. Así que entre eso y que tengo trabajo para aburrir, lo cierto es que no he tenido mucho tiempo para pensar en el tema que podía tratar en el blog de hoy...
Afortunadamente, haciendo bueno eso de que Dios aprieta pero no ahoga, ayer estuve haciendo una pequeña reestructuración de espacios en mi biblioteca (que es la forma elegante de decir que estuve haciendo limpia) y gracias a ella, recuperé un pequeño libro de poesía que sus Majestades los reyes Magos de Oriente tuvieron a bien traerme desde tan lejanas tierras. La verdad, es que sin ser un amante de la poesía, más que nada porque  me faltan conocimientos y sensibilidad para poder apreciarla en su justa medida, tengo un gran cariño a ese librito. El motivo es que es el primer libro que ha publicado mi sufrido hermanito y vaya lo de sufrido porque tenerme a mí como hermano mayor durante tantos años, sinceramente, no se lo deseo ni a mi peor enemigo...
La verdad es que mi hermano nunca ha tenido mucha suerte, ya desde bien pequeño el azar se ensañó con él de manera especialmente cruenta, primero convirtiéndole en el benjamín de la casa y después adjudicándole el infortunio de tener que compartir cuarto conmigo. No será para tanto, pensaréis... pues os equivocáis, lo es.
Para colmo siempre he sido mejor negociador que él, no porque sea más hábil o inteligente, sino por una cuestión mucho más simple: era el mayor y tenía más años. Es por ello que en poco tiempo, las únicas posesiones que mi hermano mantuvo en nuestro cuarto además de su cama, fueron un par de cajones y un espacio minúsculo en el armario; todo lo demás, al igual que Felipe II, lo fue perdiendo poco a poco, en negociaciones que siempre le fueron desfavorables. Como tampoco pretendo dar la imagen de que soy un Herodes, en mi favor quisiera apuntar dos cosas: la primera es que los dos cajones que gustosamente le cedí, eran los dos cajones más grandes del cuarto, lo cual aunque no me justifica, al menos me exculpa en parte; y la segunda es que yo no tenía ningún tipo de inquina hacia mi hermano; para mí, mi hermano y mi hermana eran absolutamente iguales, de hecho también existieron negociaciones con mi hermana, fruto de las cuales tuvo a bien cederme el maletero y una pequeña parte de su armario...
Volviendo de nuevo al tema de mi brother, como si el hombre no tuviese ya bastante con tratar de sobrevivirme, ocurrió un suceso que marcó su vida para siempre: empezó a trabajar junto a mí en un pequeño negocio familiar. El pobre pasó del purgatorio de casa al infierno del trabajo. Mi única misión desde aquel momento pasó porque las ocho horas que duraba nuestra jornada laboral, se le antojasen como dieciséis... Y debí hacerlo bien porque aún hoy, muchos años después, todavía sueña con aquellos tiempos de cuando en cuando...
Aquellos tiempos tuvieron sus repercusiones psicológicas que le pasaron factura en forma de distintas crisis de identidad, que se manifestaron con episodios de personalidades múltiples. Recuerdo que un martes mi hermano se convirtió de repente en Sid Vicius. Tiempos convulsos y agitados aquellos... Años después, otro martes también (al hombre le dió por los martes), se acostó como Sid Vicius y se levantó como Lord Byron. Se levantó, nos saludó con un escueto "good morning" y tras tomarse un "continental breakfast" se encerró en nuestro cuarto y se puso a escribir como loco; cosa que no ha dejado de hacer desde entonces. Un par de años más tarde, otro martes de nuevo, se transformó en Rutger Hauer, lo que le dejó el pelo amarillo y un inusitado amor por el cine de autor. En Reyes mi hermano se mutó en Vin Diesel para aparecer meses después, en la celebración de mi último cumpleaños, convertido en Tony Hadley, cosa que nos sorprendió a todos porque se desmarcaba un tanto de lo que nos tenía acostumbrados.
Así las cosas, no es de extrañar que un hombre con semejante capacidad de desdoblamiento, escribiese un libro de poesía con el título de "El cuaderno de las mutaciones" y que desde aquí os recomiendo a todos los que gustéis de la poesía. Está editado por Ediciones Libertarias y por si alguno tenéis interés en ver con qué personalidad firmará libros en la próxima Feria del Libro de Madrid, estáis invitados a pasaros por allí, la sorpresa está garantizada.
Y como para muestra vale un botón, os dejo unos pequeños fragmentos que corresponden a cada una de las cuatro partes en la que se compone el libro.



MUTACIÓN PRIMERA

El miedo enganchado de las cosas,
más bellas hasta hacerlas innecesarias,
un dragón que aparece y desaparece
a intervalos-párpados,
y la casa sangra,
la casa está sangrando,
y sólo la flecha acoge la hemorragia
para el tiempo que trascurre
en este preciso instante,
el lento instante de la hemorragia,
en su humedad crecerá la casa,
la casa que camina en la noche
de un universo en conclusión,
y éste, con seguridad, será el
momento preciso para todas las cosas.
De instante en instante el tiempo
que divide la vela que sostiene
la luz para el tiempo,
sabiendo que toda muerte es también
tu propia muerte,
sabiendo que ese hueco negro
tan profundo de vacío
llegará para instalarse en tu ojo
y sabes que todo es cuestión de equilibrio
ya que el negro se abre en todas direcciones.


MUTACIÓN SEGUNDA

Y llegaron los hombres
desde el otro lado del cristal,
ellos quieren entenderlo todo,
buscan su inmortalidad a través de la rosa,
el sonido les pertenece,
pero la cicatriz se extendía
en la rosa para su unidad,
ella acogerá
el diamante prohibido de la voz,
la voz es un camino
y su misterio
es nuestro misterio.


MUTACIÓN TERCERA

Me limito a ser,
esto es innecesario
y por lo tanto maravilloso...


MUTACIÓN CUARTA

Trece pétalos de tulipán entre tu sombra y la mía,
el pez de la noche enmudece de aristas
muy cerca ya de la asimetría.
Tal vez si no existiera loto de espumas
entre tu almohada y la mía
podría calibrar el pensamiento
en torno al musgo blanco que me ata a ti.

Nos vemos en dos semanas, pequeñuelos. Sed buenos y ya sabéis, no olvidéis vitaminaros y mineralizaros.

lunes, 25 de abril de 2011

Corred, corred, malditos

.
Podríamos decir que me levanté un tanto indeciso esa mañana del 17 de abril. ¿Qué desayuno? ¿Tostadas o galletas? ¿O quizás fruta? ¿Me llevo la mochila con bebida y barritas energéticas o me encomiendo a los puestos de avituallamiento? ¿Mallas o pantalón? ¿Llevo gorra o no hará falta...? Vamos, que la inexperiencia me agarró en forma de mar de dudas. Al final opté por lo más fácil: vaso de leche, pieza de fruta con dos galletas y no llevar nada de nada; por no llevar ni llevé protector solar, pero no adelantemos acontecimientos.
Finalmente salí de casa con el abono transporte, un billete de diez euros (por si las moscas), el mp3 y unas gafas de sol, ¿para qué más? Como decía el refrán: menos es más.
Así las cosas, a las siete y cuarto me encaminé hacia el metro y para dar continuidad a la mañana de indecisiones que llevaba, dediqué unos momentos a dictaminar si sería mejor ir en metro o en la Renfe. Volví de nuevo a mi socorrido menos es más, lo que significaba que opté por hacer menos trasbordos e ir en metro. Una vez en el vagón, estudié con detenimiento el mejor itinerario; era fácil: iría hasta Puerta del Sur, allí cogería la línea 10 hasta Alonso Martínez y desde allí tenía dos opciones: bajar andando hasta Colón (unos diez minutos), lo que me permitiría ir calentando un poco, o coger la línea 4 -tan solo era una estación-. El viaje discurrió sin más novedad que la anécdota que os refiero a continuación y que demuestra, para mi consuelo, que la estupidez es como la risa, enormemente contagiosa.
Digo esto porque a lo largo del itinerario se incorporó al vagón otro corredor -con el que intercambié algunas palabras- y algunas estaciones más tarde, se incorporó otro más, al que le acompañaba su acaramelada novia. Nada más entrar la novia hundió la cara bajo su cuello y pareció quedarse dormida al instante, criaturita. En la estación Lago las cosas se animaron y el vagón pasó de ir casi vacío a llenarse hasta los topes de adolescentes ebrios producto del famoso botellón. Así, en un momento, el tren quedó lleno de corredores, los que íbamos a correr y los que venían de correr-se una buena juerga. Uno de ellos, el que parecía el menos espabilado de todos ellos, vino a sentarse a mi lado y tras deambular su mirada de un sitio a otro, giró la cabeza y se quedó mirando embobado mi dorsal. Al cabo de un par de minutos, levantó la mirada y me habló.
-¿Qué tal la marafón...? ¿En qué fuesto haz quedado?
-Verás, la marafón todavía no ha empezado, son las ocho de la mañana y hasta las nueve no dará comienzo.
Os prometo que pude oír con total claridad el crujido de sus neuronas esforzándose en entender y digerir lo que le había dicho.
-Ah... Pues zuerte folega.
-Gracias, folega -le respondí con mi mejor sonrisa.
No sé si fue fruto de aquella conversación, o si el griterío y el olor a alcohol rancio que se había apoderado del vagón me afectaron, la cuestión es que en Noviciado, el corredor al que acompañaba la novia-koala dormida se bajó. Durante unos instantes se apoderó de mí el pánico, a ver si lo había mirado mal... me levanté como pude y me dirigí disparado hacia la puerta al tiempo que sonaban los pitidos de cierre de puertas. El tercer corredor, con el que había intercambiado algunas palabras, también fue rápido porque acertó a salir al tiempo que se cerraban las puertas, de tal manera que allí estábamos los dos sin tener muy claro por qué nos habíamos bajado. Dentro de lo malo al menos me había librado de la mirada perdida del embobado y había descubierto que no estaba solo en el mundo, al menos había otro tan subnormal como yo... es lo que dicen, mal de muchos consuelo de tontos.
La verdad es que seguía sin entender por qué narices me había bajado en esa estación, pero como no quería parecer un imbécil (una cosa es serlo y otra bien distinta, aparentarlo), opté por no esperar al siguiente metro e ir caminando desde allí. Eché un vistazo hacia atrás y vi que el corredor que había bajado el último venía tras de mi (imagino que él tampoco debía querer parecer imbécil), genial.
Empecé a callejear intentando acortar el camino hasta Colón, pero dado el desconocimiento profundo de las calles de Madrid que poseo, creo que más bien conseguí el efecto contrario; es decir, dar más vueltas que un tonto. Como quiera que el que me seguía debía creer que sabía lo que me hacía, decidí esperarlo e ir en compañía y así, juntos, en unos veinte minutos nos plantamos en Colón.
Una vez allí intentamos averiguar si en algún lugar habían instalado baños portátiles; no fue difícil encontrarlos, estaban al final de una monumental cola. Como aún había tiempo y no teníamos muchas ganas de saturar aún más el nutrido ejército de "regadores de árboles", decidimos ponernos a la cola. Resulta desesperante lo despacio que se avanza en esos menesteres, casi media hora nos costó llegar a nuestro destino y eso porque tuvimos suerte, por una vez en la vida, la cola en la que estaba parecía avanzar más rápido que las demás. Para no herir mentes sensibles no daré detalle alguno de lo asquerosito que puede llegar a ser utilizar un baño de esos... Y eso siendo chico, no quiero ni imaginar lo que deberían sentir las pobres chicas obligadas a utilizar aquellas cosas.
Aproveché los escasos minutos que me sobraron antes de que la carrera comenzase para estirar un poco y ajustarme bien el reloj y, preparar el cronómetro y el GPS. Instantes después se dio el pistoletazo de salida y empezamos por fin a movernos. Los primeros quinientos metros siempre discurren a trompicones, pero una vez nos fuimos estirando un poco, pudo correrse de forma más ordenada. El día era magnífico, la temperatura perfecta, las sensaciones inmejorables y la Castellana invitaba a dejarse llevar, empapados en ese ambiente festivo que tiene todo gran acontecimiento. Avanzamos todos juntos, los del maratón y los 10K, hasta el kilómetro 5, momento en el que los caminos se separaban entre vítores y aplausos mutuos.
Tal como habían aconsejado, no perdoné ni un solo punto de avituallamiento (dispuestos cada 5 kilómetros), lo que me sirvió para estar bien hidratado y de paso terminar bebiendo más agua de la necesaria, de manera que acabé convirtiéndome en un botijo-man.
Era una gozada compartir asfalto con tan nutrida variedad de corredores: gente con carritos de bebé, bomberos de todos los puntos de la geografía, cientos de guiris uniformados, abuelitos batallitas, tiernos adolescentes con granos, atletas convencidos, gorditos ilusionados... la verdad es que parecía la ONU, había de todo... pero de entre todos ellos destacaba la brigada paracaidista. Era genial observarles, marchaban a buen ritmo en formación de línea, y por no faltarles no les faltaba de nada, hasta banderín llevaban. Los comentarios que iban haciendo os lo podéis imaginar: vamos, que esto está chupado; vaya culo que tiene la rubia aquella; vamos a acelerar un poquito, somos la hostia, etc. Resultaba enternecedor el entusiasmo testosterónico que iban derrochando, lástima que la carrera hiciese estragos y que apenas un par de ellos consiguiesen finalmente llegar a meta. De cualquier manera, mientras aguantaron, adornaron y entretuvieron la carrera.
Hasta el kilómetro 21 la cosa fue bien; la media maratón la completé en unas modestas 2:02 horas, que no estaba muy mal habida cuenta de la cantidad de agua que había ingerido, el calor que hacía ya a esa temprana hora y la desmedida cantidad de cuestas que tiene Madrid. Es curioso, toda la vida en Madrid y jamás me había percatado de ello, apenas hay partes llanas en Madrid, todo son subidas rompepiernas y bajadas quiebratobillos...
Y así, a lo tonto a lo tonto, llegamos al fin a la Casa de Campo, lugar que siempre recordaré como la maldita Casa de Campo. Se me hizo eterno, lo pasé fatal y por lo que pude ver a mi alrededor, la gente no andaba mucho mejor que yo en general; allí se perdieron muchos valientes. Quien más quien menos comentaba que a aquella zona le llamaban "el muro" y creedme, no puedo más que estar totalmente de acuerdo con semejante acepción. Menudo purgatorio, hubo momentos que pensé que aquello no iba a acabar nunca. Las lágrimas corrían por mi cara cuando al fin abandonamos la Casa de Campo; hubo gente que incluso se arrodilló y besó el suelo entre exclamaciones de júbilo y emoción. Aquellos momentos quedarán fijados en mi memoria para siempre como uno de los más conmovedores de mi vida.
Pero como no hay felicidad que dure cien años, pronto quiso Madrid ponernos de nuevo en nuestro sitio y nos obsequió con un par de subiditas de esas que cortan la respiración, en el supuesto caso de que a alguno nos quedase de eso. Ese fue con creces el peor momento, de hecho estuve a punto de tirar la toalla. El tobillo me molestaba bastante y el dolor en una de las rodillas empezaba a resultar bastante preocupante. Para colmo el calor a esa hora resultaba ya sofocante, menos mal que de cuando en cuando la organización de la carrera había dispuesto pasillos de agua, que a modo de duchas, proporcionaban un momento de alivio que nos hacía olvidar durante unos momentos las dificultades que estábamos atravesando. Y fue tras atravesar una de aquellas duchas que no pude más: o aminoraba el ritmo o perdía la rodilla... y dado el profundo amor y respeto que siento por mi rodilla (y en general por casi todas las partes de mi cuerpo), decidí dejar de correr y durante un par de kilómetros andar deprisa, aunque aquello significase alejarme del tiempo que me hubiese gustado hacer Unas cuatro horas más o menos).
Como siempre es importante quedarse con lo positivo, he de admitir que el dolor de la rodilla aflojó algo y que aún sin correr, conseguí adelantar a algunos corredores que sí corrían (lo que os dará una idea del estado en el que nos encontrábamos más de uno). La parte negativa es que el último bastión de la brigada paracaidista, un guiñapo sudoroso y tambaleante, se puso a mi vera, para terminar alejándose lentamente.
Mal que bien aguanté a ese ritmo rápido hasta que vi que quedaban cuatro kilómetros, momento en el que me impuse volver a correr de nuevo. Momento trágico. Hace falta una fuerza de voluntad de hierro para obligar a un cuerpo maltrecho a volver al sufrimiento de tener que correr de nuevo; nada me respondía de manera adecuada, parecía que me iba a descuajeringar; tuve que negociar conmigo mismo de manera constante durante aquellos terribles cuatro kilómetros y cuanto menos faltaba, más difícil se me hacía. Qué emoción cuando al fin entré en el Retiro y divisé a lo lejos el arco de la llegada... creo que si me hubiesen quedado fuerzas habría llorado de la emoción. Así me fue, hice una entrada de lo más sosa, ni un levantamiento de brazos, ni una sonrisa, ni un gesto... De hecho, tardé un buen rato en asimilar que lo había conseguido y que además lo había hecho conservando todavía las dos piernas y un maltrecho tobillo. Eso sí, el tiempo penoso...


Aunque el tiempo no fuese para tirar cohetes, lo importante es que estaba allí, que había formado parte de aquello, que había alcanzado la meta que me había impuesto. Biennn...
Ahora, una semana después, con la rodilla aún maltrecha, ya tengo nuevas metas: intentarlo de nuevo el año que viene, a ver si bebiendo menos agua consigo hacerlo en las cuatro horas soñadas. Además, he descubierto la carrera de mis sueños: K42 Lagos de Covadonga. Un trial de 42 kilómetros que discurre en plena montaña, fuera de las carreteras, subiendo y bajando puertos, y lo mejor, cuando terminas toca celebrarlo: la espicha. Si alguno os animáis, allí nos veremos y si no, nos veremos aquí, en el blog, en dos semanas.