lunes, 8 de marzo de 2010

Premio y castigo de ser mujer


Hoy es 8 de marzo, día de la mujer trabajadora y por ello querría felicitar a todas las mujeres, a las que trabajan fuera de casa y a las que trabajan dentro, labor mucho más dura, ingrata y poco reconocida. Y de manera especial querría felicitar a las pluriempleadas con jornadas eternas que no concluyen cuando llegan a casa… Hoy, 8 de marzo, día de la mujer trabajadora quiero hablar sobre el premio y castigo de ser mujer.
Lo de “premio” tiene que ver con la fortuna de ser mujer en sí, pensad que la alternativa contraria sería la de ser hombre… Creo que con eso queda dicho todo, porque vamos a ver, ¿quién en su sano juicio, si pudiese elegir, no querría ser más inteligente, sensato y conciliador? No sé vosotros, pero yo desde luego que querría.
Lo de “castigo” está relacionado con el alto precio que tienen que pagar y con el sufrimiento que para muchas mujeres significa el hecho de serlo. Por desgracia basta leer un periódico o ver un telediario para darse cuenta de la cantidad de abusos e injusticias que sufren, llegando incluso a costarles en ocasiones su propia vida. No, no es fácil tener que pelear el sitio a diario, no es fácil tener que ser el mejor cada día, no es fácil ser siempre el eslabón débil, no es fácil sentirse discriminado, no es fácil asumir como norma toda la responsabilidad, no es fácil no sentirse valorado, no es fácil sentirse maltratado, no es fácil estar ni quedarse solo, no es fácil estar perfecto cada día, no hay nada fácil… no es fácil ser mujer.
Cuenta la Biblia que Noé, en su interés por conservar la biodiversidad, introdujo un animalito de cada clase en el Arca y ese es el motivo por el que hoy en día tenemos de todo. Lo que trato de decir con esto es que para hablar de cuestiones que afectan a una diversidad, es necesario generalizar, sin que signifique que las cuestiones expresadas sean válidas en todos y cada uno de los casos. Y si buscar culpables es de lo que se trata, reafirmo lo dicho anteriormente, la culpa de todo la tiene Noé, ¡qué obsesión con meter un bichito de cada clase en el Arca! ¿Era realmente necesario meter a todos? Yo me pregunto: ¿no podía haberse olvidado al menos de las moscas? ¿Qué le hubiese costado? Imaginaos un mundo sin moscas, ¿no estaríamos mejor…? En fin, dejando las moscas aparte, lo que pretendía trasladaros con más o menos acierto coloquial es que de todo hay en la viña del señor: tontos, tontas, listos, listas, sensatos, insensatos… y que en ningún caso “sexo obliga”, pero es que casualmente casi siempre se da la misma casuística, ¡qué casualidad!…
Empecemos por el principio. Si nos atenemos a lo que nos cuenta la Biblia, observamos que Dios hizo primero al hombre y como vio que la cosa no le había quedado como para tirar cohetes, decidió echarle unas horitas más y arreglar aquel entuerto. Aquello culminó en la creación de la mujer, que viene a ser lo que debería haber salido de primeras de haber esmerado un poco pero que no quedó… De haber existido la informática por aquellos entonces, la mujer habría sido algo así como “hombre versión 2.0”.
He de reconocer que a lo largo de mi vida he tratado con todo tipo de especimenes y sí, es cierto, hay cada uno por ahí suelto… Yo mismo, en multitud de ocasiones habría deseado ser de otra especie, escarabajo pelotero por ejemplo… pero al final somos lo que somos y poco podemos hacer el respecto, el instinto es como la moda, marca tendencias, jajajajaja.
Ahora que ya llevamos unos cuantos blogs juntos y que hemos llegado a desarrollar cierta intimidad, os confesaré que en muchos momentos de mi vida me hubiese gustado convertirme en mujer, aunque eso sí, por un tiempo limitado. Y no, jajajajajaja, no es porque piense que la naturaleza se ha equivocado y sienta que mi cuerpo no corresponde con mi mente (aunque llegados a este punto quisiera dejar constancia que pese a sentirme plenamente identificado con mi cuerpo, sí que tengo ciertas dudas con la calidad de éste, creo que me habría ido mejor ser algo más guapo, alto, delgado y atlético de lo que en realidad soy), sino por dos cuestiones que siempre me han intrigado:
  • ¿Por qué las mujeres van en grupos al baño? ¿De qué hablan?
  • ¿Cómo debe ser eso de pensar con el órgano hecho a tal efecto: el cerebro?
En fin, dos incógnitas que creo que nunca lograré resolver, jajajajaja.
En ocasiones he indagado sobre la razón por la que tengo mayor facilidad para hacer amigas que amigos y para evitar malentendidos, especialmente con mi pareja, quiero recalcar que el vocablo “amigas” se refiere al concepto universal de amistad, o lo que es lo mismo, al afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato (gracias RAE). Parece que no, pero con esta aclaración me evito la incomodidad de tener que dormir en la terraza ahora que el tiempo no acompaña demasiado. Como os decía, aunque en ocasiones he recapacitado sobre esto nunca he llegado a saber a ciencia cierta el motivo, aunque tengo una de mis famosas teorías al respecto. Veréis, pienso que el nivel de elementalidad del hombre es cuantificable (en adelante lo definiremos como neandertalismo), cada uno tenemos el nuestro propio y aunque no seamos conscientes de ello, marca y condiciona nuestras relaciones en todos los ámbitos. De esta manera, cuanto más neandertales seamos más dificultad tendremos para relacionarnos con otros individuos que no tengan un grado de neandertalismo similar. Es lógico deducir que la mayor afinidad entre individuos se da en los casos en que éstos tienen un grado de neandertalidad similar, complicándose por el contrario aquellas relaciones en que los individuos poseen diferentes grados de neandertalismo. Cabe destacar que la tolerancia funciona de menor a mayor; es decir, los neandertales profundos muestran mayor tolerancia hacia los neandertales ligeros que estos últimos hacia los primeros. Aunque todos los neandertales tienen características comunes, al fin y al cabo son especimenes de sexo masculino, sí es cierto que los neandertales profundos desarrollan características propias que les diferencia de los ligeros. Por regla general los neandertales profundos son muy poco proclives a la consideración de la mujer, ya sea como igual o como desigual, y lo hacen con tanta convicción que en muchos casos terminan convenciendo de ello incluso a sus propias mujeres. Tampoco suelen ser muy dados al uso de la retórica, su mejor razón y argumento suele ser la fuerza; son más amigos de “yo soy más fuerte, luego mando” que de “pienso, luego existo”. En las ocasiones en las que se entra a diferenciar puntos de vista con ellos, es fácil que al quedarse sin argumentos apelen a razonamientos de carácter histórico o divino, con lo que suele quedar zanjada la diferenciación (a su favor, claro está).
Recuerdo una ocasión, hace ya algunos años, en la que asistí a una fiesta celebrada en un chalet de una zona que gozaba de cierta exclusividad. No sé muy bien el motivo por el que acudí allí pero imagino que acompañaba a alguien porque lo cierto es que mi hábitat natural estaba más alejado, hacia la periferia. Como salvo a la persona que acompañaba, no conocía a nadie más, me limité a coger una bebida y quedarme en un rincón apartado, observando los especimenes que por allí pululaban. La variedad no era demasiado grande, mucha niña mona seguidora a muerte de Mecano y mucho neandertal con el uniforme oficial de la fiesta: camisa de cuadros y jersey Lacoste sobre los hombros. En un momento dado, por motivos de proximidad más que otra cosa, terminé integrándome en un grupo de unas diez individuos, que lo que son las cosas, estaban hablando sobre coches. El grupo, a poco que se prestase atención a lo que decían, era de neandertales profundos en su máximo esplendor. Hablaban sobre lo estupendo que era el nuevo Volkswagen Golf que acaba de salir y sobre la cantidad de caballos que tenía. Yo permanecía callado y sonriente, ya que me encontraba un tanto incómodo por ser de los pocos que no llevaban un Lacoste sobre los hombros y porque además nunca he entendido absolutamente nada de coches. No me digáis en qué momento pasaron de hablar de cómo molaba el Golf a hablar sobre el sufragio universal, pero lo cierto es que uno de ellos afirmó “…para empezar el sufragio no debería ser universal. Las mujeres, ¿qué saben de política? ¿Con qué argumentos van a votar a uno u otro? Las mujeres sirven para lo que sirven, unas para ser madres y otras para satisfacernos, y por supuesto no hablamos de la misma, jajajajaja. Y luego están los obreros, ¿qué es eso de que puedan votar también? Para votar con criterio hay que tener una cultura mínima, ciertos estudios, ¿cómo van a votar con sentido si la mayoría apenas saben escribir…?” La verdad es que poco se puede añadir a semejante energúmeno, yo de hecho me fui con mi bebida y mi incultura a otra parte.
Aunque alguna vez he bromeado con ello, lo he hecho con plena convicción en lo que decía: "de haber nacido mujer habría sido lesbiana, seguro". Y no lo digo porque me gusten las mujeres más que a un tonto una tiza, sino porque viendo lo que se ve y conociendo a los hombres como los conozco, ¿qué interés podría tener en compartir mi vida con uno de ellos? Ser hombre me ha permitido conocer tan bien a los de mi calaña, que sinceramente, ¿hombres? ¿Para qué…?
Afortunadamente he tenido la suerte de nacer hombre y estoy convencido de que gracias a ese hecho fortuito, he tenido, tengo y tendré una vida más sencilla que la de mi congéneres femeninos. Está claro que jugando en el equipo de los hombres es todo bastante más fácil: las leyes divinas están a mi favor, no en mi contra; nunca nadie ha dudado de mi capacidad por razón de mi sexo; nunca me han acosado en el trabajo y en mis compañeros siempre he tenido un apoyo, no un perjuicio; siempre he podido vestirme como me ha parecido sin que un pervertido intentase sobrepasarse o un baboso llenarme de babas; nunca he tenido que soportar groserías y muchos menos reírlas; nunca me ha maltratado nadie, ni física ni psicológicamente, más bien al contrario, siempre me han hecho sentirme como una persona especial; he tenido la fortuna no haber sufrido tocamientos en el metro y por supuesto, nadie me ha violado; nunca me ha impuesto nadie su razón, ni a golpes ni con gritos; tampoco me han mutilado y ni que decir tiene que nadie me ha asesinado; nunca me han dicho qué puedo ser ni cómo tengo que vivir; nunca nadie me ha hecho sentir miedo y mucho menos desprecio, más bien al contrario, he tenido la fortuna de sentirme siempre querido y valorado; nunca he tenido que abandonar mi casa, dejarlo todo atrás y esconderme, con miedo perpetuo a ser encontrado, a que me hagan algo; nunca nadie me ha mirado mal, al menos por razón de mi sexo; tampoco nunca nadie me ha llamado puta, con o sin motivo… sí, mi vida es más fácil, más sencilla; la justicia, la sociedad, la fuerza y la religión están de mi parte, soy neandertal, aunque eso sí, la contraprestación es que nunca seré inteligente…
Pues sí, todas estas cosas me cabrean. Me cabrea saber que no todos somos hijos de un mismo Dios, me cabrea que me engañasen con el camelo de que todos éramos iguales, me cabrea pensar que jamás dispondremos de las mismas oportunidades, me cabrean los neandertales porque han hecho de este mundo un mundo oscuro e injusto, me cabrea nuestra complacencia y displicencia ante los malos tratos y los maltratadores, ante los opresores, ante los asesinos y ante todos esos hijos de puta que en el nombre de su religión machacan, torturan y exterminan lo más preciado que tenemos: las mujeres. Y seguimos sin darnos cuenta que ellas son nuestra única esperanza de convertir este mundo en un mundo mejor, más cálido, más plácido, más luminoso... ellas engendran la vida y nosotros, ¿qué engendramos nosotros...?
Hoy, he hecho un blog más serio que de costumbre pero creo que el tema lo precisaba. He pretendido, aunque torpemente, rendir un claro homenaje a las mujeres, a todas las mujeres, a nuestras esposas, madres, hijas, hermanas... solo quería deciros sois algo tan grande y especial que ni de lejos podremos llegar a imaginar todo cuanto lleváis dentro. Gracias por compartirlo, aún no siendo merecedores de ello. Gracias por estar ahí y enriquecer nuestras vidas, gracias por vuestro sacrificio y por el precio que pagáis a diario, gracias por hacer que este mundo, nuestro mundo, sea un lugar menos frío e inhóspito para todos.

Hasta la semana que viene.

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